Muchos estudiantes de bachillerato o licenciatura buscan aprender la lectura rápida o veloz debido a la gran cantidad de textos que tienen que leer en poco tiempo. Así, tenemos por ejemplo a los alumnos de las carreras de medicina, derecho o sociología, quienes deben poder comprender muchos contenidos en lapsos cortos.
Este tipo de lectura se desarrolló a partir de la observación de un conjunto de constantes que se notaron en la manera como las personas leemos. Los principales que se enfatizan son los siguientes:
1) Movimientos de la cabeza al leer. En la lectura rápida se recomienda suprimirlos y sólo mover los ojos.
2) Lectura que toca los márgenes de la caja del texto. Se propone el aumento de los márgenes, no ocupándonos de abarcar en el recorrido lector lo que está escrito adyacente a ellos.
3) La vocalización o la subvocalización. Se recomienda anularlas.
4) Las pausas de fijación. Esta lectura propone ampliar el intervalo de su ocurrencia lo más posible.
De esta manera, la lectura rápida propone y aplica ciertas imposiciones para disciplinar nuestro cuerpo y así establecer una nueva relación con el texto.
La lectura veloz utiliza dos dispositivos para asegurar que podamos disciplinarnos a través de la continua práctica del método: El indizador y el resumen.
El indizador se emplea cuando uno empieza a aprender este tipo de lectura. Puede usarse como indizador un lápiz o bolígrafo, e incluso sirve uno de nuestros dedos, que se coloca abajo del renglón que se está leyendo para forzar el recorrido de la vista. Este dispositivo debe deslizarse con una rapidez cada vez mayor por cada página y nuestros ojos deben seguirlo sin detenimiento ni extravío.
El resumen es el dispositivo que se utiliza al final de cada lectura para asegurar la comprensión del texto leído. Es así que aunque pensemos que no hayamos entendido nada del escrito, podremos constatar con sorpresa que conforme más practiquemos la lectura veloz nuestros resúmenes escritos darán cuenta de que vamos obteniendo una comprensión más amplia del contenido.
De hecho, una de las apuestas de este método es que si existe la sospecha de no haber entendido, se puede volver a repetir la lectura y hacer otro resumen al final, mismo que puede compararse con los que se hayan realizado en las lecturas previas.
De hecho, una de las apuestas de este método es que si existe la sospecha de no haber entendido, se puede volver a repetir la lectura y hacer otro resumen al final, mismo que puede compararse con los que se hayan realizado en las lecturas previas.
Las bondades de la lectura rápida o veloz sin innegables. Sin embargo, este tipo de lectura sirve más para fines utilitarios y no permite más que el placer de estar informado, o sea, no se logra el gusto por lo leído, en el sentido de que se pierde la sorpresa, la fascinación y la admiración que nos puede proporcionar disfrutar el lenguaje y sus recovecos. Además, algunos otros modos de leer, como la lectura itinerante (Pereda) son imposibles mediante la lectura veloz.
Es por sus bondades que podemos recomendar el conocimiento y la práctica de la lectura rápida o veloz. No obstante, es importante aclarar que hacemos esta sugerencia en el entendido de que la lectura rápida puede ser otra que podamos dominar para acercarnos a los textos y leerlos como nos resulte más conveniente.
Si comparamos la lectura veloz con la comida rápida, sabemos que nos quita el hambre, que nos saca del apuro, pero no nos satisface al 100 por ciento y tampoco es muy saludable. Sin embargo cuando comemos lentamente, saboreamos la comida, la digerimos, nos nutre y nos da placer. Considero que con la lectura pasa lo mismo, para poder digerir lo que leemos tenemos que hacerlo pausadamente, comprendiendo cada idea logrando así encontrar placer y comprensión.
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