viernes, 20 de mayo de 2011

1. LA LECTURA Y LA EMOCIÓN

Observamos a nuestro alrededor que en las actividades de animación a la lectura usualmente se busca generar estados de emoción en los asistentes. Esto puede lograrse al buscar la identificación con el personaje principal de la narración, por la creación de una atmósfera, a través de la simpatía que despierta el animador, o mediante escenografías. Es de notar que aunque éstas no son las únicas maneras de hacerlo, representan bastante bien las que se utilizan con mayor frecuencia.
La emoción es el vehículo por el cual se sintoniza a los asistentes con el texto, por el cual se provoca el vértigo que los ayuda a introducirse en el discurso al hacer evidentes el pautado de la ortografía o las cadencias que imponen la respiración, el volumen y los tonos, todo ello en un juego de representación que conduce por acá y por allá, ora presentando a este señor que prende las lámparas públicas por la noche, o alumbrando a la princesa que vive encantada en el fondo del estanque, o quizá haciendo que las aves lloren una desgracia... Para esto es la animación a la lectura y por ello su principal instrumento es la emoción.
No obstante, notamos con sorpresa que cuando termina la actividad muchas de las personas que asistieron no cambian su conducta lectora, hasta que se vuelven a involucrar en otra animación a leer. ¿Qué pasa? ¿No alcanza la emoción para seguir disfrutando el leer luego de la animación? ¿No quedaron motivados los asistentes? ¿O se volvieron adictos a la animación y sólo pueden leer si despertamos la emoción que les provoca?
Lo primero que podemos concluir es que la animación es una condición suficiente, pero no necesaria para formar el hábito de leer. De esta manera, jugar con las emociones es muy útil cuando quiero venderte o prestarte el libro que he utilizado en la animación, pero no garantiza que vayas a leerlo después.
Asimismo, la animación puede llenar la biblioteca de niños, adolescentes y jóvenes, a los que se puede emocionar hasta el enamoramiento de los personajes o fascinar con las situaciones, pero ¿cuántos seguirán leyendo después? ¿Cuántos se harán usuarios de las colecciones? La experiencia muestra que tristemente no serán muchos.
Es probable que me convenga pensar que la emoción es una forma de acercarse a la lectura, pero es seguro que no es la única...

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