Es asunto muy difundido y aún en discusión determinar si la lectura puede afectar a los lectores, si esto pasa con cualquier tipo de obra y en qué grado ocurre. La creencia en la actuación de la lectura en las personas es fundamento de la educación, la animación lectora, la biblioterapia y otros usos de los textos.
Encontramos que en su novela Los siete minutos (1969) Irving Wallace narra lo ocurrido con un libro de ficción francés que fue publicado 30 años antes, mismo que fue escrito por un autor estadounidense que lo había realizado basándose en ideas que había tomado de otros libros que trataban sobre la teoría psicoanalítica del orgasmo, siguiendo la peregrina idea de que una mujer podía alcanzarlo en... los siete minutos que dan título a la novela que leemos y al texto francés enunciado.
Libro de Wallace |
Una gran cadena de lecturas entremezcladas da sustento a esta novela de trama circular, que discurre sobre un juicio que se entabla contra ese libro francés por considerarlo pornográfico y para evitar su traducción y distribución en inglés, lo cual es parte del alegato de la defensa de otro juicio, donde se afirma que el texto galo había influido en un jovencito para que cometiera un delito sexual.
Así como ocurre con la obra de Wallace, la literatura está llena de ejemplos similares sobre el dominio del texto y la lectura en las mentes, siendo uno de los más recientes el narrado en El nombre de la rosa (1980), de Umberto Eco. Además, podemos encontrar en la historia que son múltiples los relatos que se refieren a la influencia que tienen en las personas los contenidos. A propósito, tenemos el estudio de Ryback sobre los libros de literatura, religión, ciencias ocultas y otros que afectaron y forjaron la personalidad de Hitler.
Libro de Eco |
Octavio Paz escribió en su ensayo Sor Juana Inés de la Cruz, o las trampas de la fe (1982) una crítica al estudio bibliográfico realizado en 1934 por Abreu Gómez sobre la biblioteca de esa musa mexicana, concluyendo que la influencia de los libros más bien debía buscarse en el estudio filológico de las obras o en el estudio de las citas, pues por ambos medios se podrían restablecer las correspondencias y saber lo que predominó en el pensamiento del autor.
Esta idea sobre un poder oculto en la lectura, el cual se encuentra en estado potencial en el texto y se puede activar para mover conciencias, voluntades, el mundo social entero e incluso el mundo natural, tiene su origen en los mitos sobre la palabra y la escritura, en las que se dan por igual los saberes y los secretos, los conjuros y las advocaciones, las bienaventuranzas, las maldiciones, los elogios y los insultos, y la enorme variedad de reflejos de la vida, que a su vez parecen instaurar la vida misma.
Los libros sagrados determinan las mentes, las hacen actuar, las llevan a exponerse a peligros y les provocan vértigos. Los textos con grandes ideas ocasionan cambios irreversibles en el tejido social. De esta forma, hubo un mundo antes de El capital (1864-1877), de La interpretación de los sueños (1900) y de Sobre el origen de las especies (1859).
No obstante, es poco claro cómo han operado estas influencias agotadoras de la ingenuidad previa, pues los textos leídos parecen haber afectado meramente a líderes o a grupos interesados en tomar el poder, que a su vez luego han buscado influir a través de la lectura en otros para mantener sus posiciones. Así, la experiencia nos enseña que la influencia del libro y la lectura puede convertirse en un arma para tomar y mantener el poder. "Información es poder" -dicen muchos-, pero primero es la ambición del poder y luego la búsqueda de la información (y la lectura) para adquirirlo y permanecer dominándolo.
Index librorum prohibitorum (1632) |
Tenemos además que podría pensarse que el influyentismo de los libros y la lectura sólo ocurre en el mundo occidental, pero no es así, pues cada vez sabemos más sobre la destrucción de obras durante varias dinastías de las antiguas China y Siam para evitar la lectura y la difusión de las ideas, por poner algunos ejemplos; y ni que decir de los países bajo dominación árabe -Rushdie dixit-, o los casos de censuras que aún ocurren en nuestros días, como el sonado WikiLeaks.
Revisamos con anterioridad (entrada 1) la relación de la lectura con la emoción, pero ésta parece ser sólo una parte del influyentismo. Surgen muchas interrogantes... ¿Qué, además de la pura emoción, es lo que mueve a actuar por medio de la lectura? ¿La necesidad? ¿El deseo? ¿Estamos ante la perlocución descrita por Austin? Este es otro tema para pensarlo con calma.
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